El crepúsculo de los dioses / Narración humorística
Ludovico Miravalles decidió registrar su precandidatura ante el Supremo Consejo de su partido, después de un riguroso consenso con las “bases”, y convencido que contaría con el apoyo del 63.56% de los militantes activos y no dando por descontado que su “querido” suegro Don Alarico Rosales influenciaría a los presidentes regionales de todos los comités estatales, para que sufragaran a favor del yerno, que a la sazón llevaba ya algunos años “haciendo” méritos, amén de haber sido dirigente de los comités juveniles en sus años mozos, cuando aún no se había “prostituido” políticamente hablando.
Pero nunca falta un “prietito en el arroz”, y ni tardos ni perezosos, los incondicionales del Diputado Gonorreachea, protestaron ante los integrantes del Comité Ejecutivo Nacional, aduciendo que era a este a quien debería de ungírsele como el candidato de “unidad” dada su amplia trayectoria y su basta experiencia al frente de la bancada de la XCVIII legislatura.
Estuvo a punto de llegar “la sangre al río”, es decir se pusieron a peso los chingadazos, pero gracias a la oportuna intervención del Senador Habacuc Gudiño, se llegó a la conclusión que sería muy recomendable organizar un debate y si fuera posible su transmisión por la televisión, mejor. De inmediato se pusieron en contacto con el director del noticiero de más “rating” y en el horario estelar para que todos los televidentes pudieran ser testigos de los nuevos vientos de democracia que corrían por el partido.
Fué entonces que de sus “pistolas” algunos líderes formaron el “talco” (todos arrejuntados para lograr concordia), lo que desató una cascada de golpes bajos y las “buenas” intenciones se vinieron por tierra cuando en la primera plana del prestigiado diario matutino “EL CHINANPÍN” apareció publicada la noticia a ocho columnas que el líder de los carboneros no estaba de acuerdo y amenazó con formar un nuevo partido o pararse en las filas del “PACO” (Partido Conservador).
Y como todo mundo quiere llevar “agua a su molino” sin importarle los problemas que aquejan al pueblo, se paralizaron las actividades versátiles y se dispararon los precios de los hidrocarburos, llegándose a cotizar el barril en catorce mil “talentos”, la nueva moneda que vino a sustituir a la anterior gracias a los errores garrafales de los gobiernos anteriores.
A Ludovico Miravalles le dio “diarrea cuata” y tuvieron que internarlo de emergencia en prestigiado hospital, y su suegro Don Alarico Rosales tuvo que irse de vacaciones adelantadas al viejo mundo. Mientras tanto el senador Habacuc Gudiño sufría de dolores por la vieja úlcera que le aquejaba desde su tercer matrimonio.
Y “como a río revuelto, ganancia de pescadores”. los demás partidos capitalizaron la crisis del “partidote”, para “concertarecontracesión” y establecer y pactar alianzas, pensando en las jugo$a$ ganancias que esto les implicaría.
Ya todo parecía perdido para la deficiente e incipiente democracia cuando un hecho aparentemente aislado y sin relación alguna con los “dimes y diretes” de los avatares políticos le vinieron a dar un giro inusitado a la caótica situación que se vivió en el país entero: el regreso del lidercillo Don Jodoncio Eternovich Fregosif, a quien casi todos ya habían dado por muerto, se coló a la grande con sus conocidas triquiñuelas de siempre y se convirtió en el tirano más odiado del país, pero este nada pen…tonto se rodeo de gente buen pagada para que le cuidaran las espaldas.
Lloren como mujeres, los que no pudieron, no quisieron y no supieron defenderse como hombres. El senador Habacuc Gudiño, después de permanecer hospitalizado una larga temporada en el sanatorio “Mártires de la Rapiña” falleció de un ataque cardiaco fulminante y ya descansa en el cementerio “Héroes del Nepotismo”.
Por su parte Ludovico Miravalles y su querido suegro fueron nombrados embajadores de las hermanas Repúblicas de Mierdolandia y Chingalistran, respectivamente.
Moraleja: “No pierdas un filete por buscar un hueso”
